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MV Khandro Rinpoche

Los tres reinos son efímeros como las nubes de otoño. Los nacimientos y las muertes de los seres son como un espectáculo de baile. parpadeante como un relámpago en el cielo, la duración de la vida de los seres corre velozmente cual catarata por una escarpada ladera.

Para comprender la transitoriedad correctamente, debemos reconocer que todos vamos a morir. Lo sabemos pero tendemos a ocultarlo, esperando que no nos ocurra. Nuestra conciencia de la certeza de la suerte y la esperanza de ser la única excepción desemboca en la pereza; la pereza surge cuando hay alguna esperanza de que o bien podemos ignorar la muerte o bien no tenemos que pasar por ella cuando nos llegue el momento. La pereza impide utilizar las preciosas cualidades humanas. El antídoto para ésta y otras tendencias habituales es la contemplación de la transitoriedad: manteniendo la mente en el recuerdo de la no permanencia, podemos ver que todas las cosas a las que nos apegamos o con las que nos encariñamos están sujetas al cambio.

La gran impermanencia de la muerte

Buda enseñó que la muerte es consecuencia de la vida. De la misma manera, la enfermedad aparece donde hay salud, la vejez donde hay juventud, la destrucción donde hay construcción. Esta lógica establece la ley de la experiencia misma y los meditadores deben ponerlo en práctica además de comprenderlo.

El hecho de la muerte no puede ser negado. Incluso los individuos dotados de una preciosa existencia humana están sometidos a la transitoriedad y a la muerte. No importa lo lejos que viajemos en las diez direcciones, no encontraremos a nadie que no lo haya experimentado. La mente más sencilla comprende que nada permanece igual. Hay una constante generación, degeneración, transformación y cambio. Todas nuestras experiencias -de gente, lugares y otros fenómenos exteriores, al igual que pensamientos y sensaciones internas- son transitorias. Una mente no lo comprende, conforma la base de la distrección y de las pautas habituales.

Se necesita una auténtica sensación de urgencia para aprovechar este preciso instante y hacer que nuestras cualidades den fruto. Para ello, debemos tener cierta experiencia de la no permanencia. Reflexionar sobre la transitoriedad de todos los fenómenos debería provocar una sensación de miedo, no unmiedo paralizante que nos impida  ejercitar las tendencias positivas o llevar a resultado nuestro potencial, sino un auténtico sentido de urgencia frente a la fugacidad.

Así como el cambio y la transitoriedad surgen de infinitas maneras, lo mismo sucede con la muerte. La muerte como transitoriedad puede deberse a varios factores. Puede no ser una sola causa la que interrumpe una vida u ocasiona la muerte. Hay además diferentes experiencias según sea la dureción de la vida de los seres sensibles. La tradición tibetana habla de duraciones de vida de miles de años o tan cortas como de diez años, varios días o menos, propias de épocas degenaradas. Medita en los infinitos seres que padecen una vasta gama de experiencias, fruto de su karma.

Si la urgencia de la impermanencia no ha surgido aún, busca ejemplos en tu experiencia personal. Piensa en todas las personas que has conocido y que ya no están contigo. ¿Cuántos de esos parientes o amigos han muerto? En Las palabras de mi perfecto maestro, Patrul Rinpoche habla de los maestros realizados y grnades meditadores que, a pesar de serlo, estaban sometidos a la transitoriedad y no viven hoy. Cuando iluminamos el altar y ponemos hermosas imágenes de nuestros maestros, tengamos presente en la mente que la no permanencia afecta a todos, incluso a aquellos ante los que hemos hecho postraciones. Luego, apliquemos dicha comprensión a la no permanencia de otras circunstancias de la vida.

Vemos que cada movimiento es un paso más hacia la muerte. Acciones sencillas como comer, caminar o sentarse nos más a la saturación de dichas experiencias y a la muerte. Posiblemente pensemos que la duración de una vida humana es de setenta u ochenta años pero, cada mes y cada año, marcan el paso del tiempo. Además, independientemente de lo que pueda durar la vida, la muerte puede  golpear en cualquier momento. Podríamos contabilizar el tiempo transcurrido y el tiempo que queda pero, aunque estuviésemos seguros de que efectivamente nos queda mucho, cada minuto que pasa, nos queda menos y no podemos aumentar el plazo. Teniendo en cuenta que el tiempo pasa y la vejez se aproxima, que es realmente cuando experimentamos la transitoriedad, ¿ por qué seguimos distrayéndonos y dudando?

En el momento de la muerte, cuando miremos atrás, la experiencia de la vida nos parecerá un sueño y, como ocurre con los sueños nocturnos, nos parecerá inútil haber invertido tanto esfuerzo en él. El miedo que experimentamos en un sueño desaparece cuando nos despertamos. Habernos asustado ¡no ha sido más que un esfuerzo innecesario que nos ha hecho perder el sueño! En el momento de la muerte, cuando miremos atrás, nos parecerá igualmente un derroche de nergía el tiempo que hemos pasado sumidos en la vacilación, la agresión, la ignorancia, el egoísmo, los celos, el odio, la uto preservación y la arrogancia. Por lo tanto, seamos capaces de percibir estos pensamientos y conceptos como sueños. En esta existencia ilusoria, ¿qué lógica, si la hay, se esconde tras la obstinación, la distacción, la vacilación o las emociones habituales de agresión, deseo, egoísmo o celos? ¿De qué sirve engancharse a estas emociones inútiles en un contexto de no permanencia? La transitoriedad es la naturaleza de las cosas.

Meditación

Comienza la meditación con la conciencia de que, incluso la tierra sobre la que estás sentado, está sujeta al cambio. Cuestiónate si alguna vez has visto o encontrado un ser sobre o bajo tierra que no haya experimentado la muerte. Si la respuesta es no, permanece en meditación con la conciencia de que tú tambien experimentarás transitoriedad. Incluso tu opinión y tu visión así como el esfuerzo que inviertes en pensar en las cosas, sean beneficiosas o no, distraídas o conscientes, es efímera. Siempre que puedas, contempla la transitoriedad y la muerte de todas las cosas, dentro y fuera de tí.

A continuación, piensa en todo el tiempo perdido en distracciones, falta  de atención, dudas y sopor o incluso esperando a que lleguen las circunstancias apropiadas. Añade el número de años que ya han pasado y el número de años que pasarán en semejantes estados en el futuro. De hecho, ¿cuánto tiempo te queda para darte cuenta de que esta vida es un sueño?

La transitoriedad está presente en las causas imaginables e inimaginables. Una causa externa, por ejemplo un medicamento, puede prolongar la vida o causar la muerte. Elementos como la tierra, el agua, el fuego, el viento u otros fenómenos naturales como las montañas o árboles podrían causarnos la muerte. Ciscunstancias interiores, tales como la enfermedad o nuestras propias dudas, vacilaciones o pensamientos, también pueden manifestarse como causas de muerte. Tales fenómenos, externos e internos, tienen plena capacidad para ser causa de transitoriedad y muerte.

La impermanencia es el resultado de todas las causas transitorias o karma que hemos creado. El mismo Buda explicó que todo lo que surge de una causa -toda percepción, movimiento y forma- se deja atrás en el momento de la muerte. Sólo el karma nos acompaña en ese momento. Por muy fuerte que sean nuestra fijación y apego, no podemos llevarnos bienes materiales, cuerpo físico, amigos, parientes, maaestros, séquito o discípulos. No importa cuantos seres queridos nos rodeen en esta vida deseando no separarse nunca de nosotros; no importa qué rango o poder tengamos, no importa cuánto nos hayamos esforzado en mantener un hogar, una posición, conocimientos o habilidades en la oratoria o el debate, nada puede incorporarse a la experiencia de la muerte.

pretender conservar algo en el momento de la muerte no añade nada a nuestro tiempo o felicidad y no tiene en cuenta la simplicidad de soltar. No nos permite tener una sensación de logro en ese momento ni de ser una causa de felicidad para nadie más.

Si lo entendemos ¿por qué seguimos tratando de afianzar las posesiones materiales y el resto de apegos? La fijación y el apego sólo pueden subsistir en una mente en la que todavía hay esperanza: “tal vez un día pueda llevarme algo, si no cosas samsáricas, al menos algo budista: mi devoción, maestros, enseñanzas, objetos rituales”. Sin embargo, no se puede incorporar nada a la muerte salvo la causa y efecto de nuestro karma acumulado y la trascendencia de nuestra mente y visión, hasta donde sea ésta útil.

* Extraído de Esta preciosa vida, de Khandro Rinpoché. Ediciones Chabsol, 2009.

El proyecto Buddha Dordenma consiste en la construcción de una gigantesca estatua de Buda Sakyamuni, de bronce y  bañada en oro, con una altura aproximada de 200 metros (buda, loto y trono), rellena con miles pequeños budas.

Buddha Dordenma

La tarea se está llevando a cabo en medio de las ruinas de Kuensel Phodrang (antiguo palacio de Sherab Wangchuck), lugar desde el cual se puede observar el sur de Timphu, capital de Buthán.

El objetivo de tamaño proyecto consiste en continuar con la misión del Buda de que los seres puedan liberarse del sufrimiento alcanzando la Iluminación. Es un mensaje de paz y felicidad para todos los seres.

La historia comienza con la profecía encontrada en un texto sagrado (terma) escrito y escondido por Guru Padmasambhava, con el fin de ser descubierto y revelado por generaciones futuras para su beneficio. Fue encontrado por Terton (significa descubridor) Dorje Lingpa ((1346-1405).

En Buthán, el budismo no es solamente un camino espiritual sino también una antigua tradición que penetra toda su cultura e impregna la vida cotidiana de sus habitantes. Por esta razón, en julio de 2002, el Rey del Dharma Supremo de Bhután, S.S. Trülku Choeda Jigme Rinpoche, fundó una organización llamada Menjong Choethuen Tshogp, destinada a preservar la tradición budista en su reinado. En junio de 2003, nombró presidente de la fundación a S.E. Trizin Tsering Rimpoche, quien en el 2004 inició el proyecto Budha Dordenma.

Más información:

> http://www.dordenma.org/projects.htm

> http://www.buddhadordenma.org/

Chatral Rinpoche

Chatral Rinpoché es famoso en la comunidad tibetana por su impecable disciplina espiritual, sobre todo en lo tocante a evitar el consumo de carne. Comer carne es un aspecto muy arraigado en la cultura tibetana, y son pocos los que pueden prescindir de su consumo durante largo tiempo. Su Santidad el Dalai Lama se hizo vegetariano en 1966, pero cuando contrajo hepatitis B, sus médicos insistieron en que volviese a comer carne, algo que sigue haciendo actualmente con moderación. Unos pocos maestros contemporáneos ­como Kangyur Rinpoché­ también son estrictos vegetarianos, pero éstos tienden a ser la excepción. Como estudiante del programa “Un año en Nepal” del colegio universitario Wisconsin­ Madison, estudié de qué manera consideraban los tibetanos la convergencia cultural de buddhismo y consumo de carne. A continuación presento algunos fragmentos de mi entrevista con Chatral Rinpoché (Tsetan Chonjore ayudó en la traducción de esta entrevista que tuvo lugar en Yangleshöd en el año 2000).

Entrevista con Chatral Rinpoche

¿Por qué decidió dejar de comer carne? ¿Qué edad tenía al tomar esta decisión? Rinpoché: En muchos textos theravadines y mahayanistas aparece escrito que no hay que  comer   carne.   También   hay   un   texto   del   Vajrayana   que   dice   lo   mismo,   que   no   hay   que  disfrutar de la carne o el alcohol. Por ello sigo las instrucciones del Buddha Shakyamuni. Al ser   yo   una   persona   religiosa,   no   consumo   carne   ni   alcohol,   y   al   mismo   tiempo   intento explicarle a otras personas que no deben consumirlos. Esta es la razón por la que trato de motivar a otras personas. Tenía cuarenta y siete años cuando fui a Bodhgaya y tomé el voto ante todos los Buddhas y Boddishatvas, de dejar la carne y el alcohol.

¿Por   qué   considera   que   el   vegetarianismo   es   un   aspecto   importante   de   la  práctica del Dharma? Rinpoché:  Consumir   carne   va   contra   los   votos   que   uno   toma   al   buscar   refugio   en   el Buddha, el Dharma y la Shanga. Porque cuando comes carne has de quitarle la vida a otro ser. Por eso lo dejé.

Hay quien dice que uno puede ayudar a los animales que se come, rezando por  ellos; y que de este modo el consumo de carne es compasivo. A parte de la actitud de estos  yoguis y lamas más realizados, ¿a usted qué le parece esta opinión?
Rinpoché:  Es cierto que cuando se obtienen poderes sobrenaturales a través de ciertas prácticas meditativas hay algunos seres realizados  que pueden revivir a los animales de entre los muertos y ayudarles a alcanzar un renacimiento más elevado o la Iluminación, al consumir pequeñas cantidades de su carne. Pero ello no se hace para alimentarse, sólo se hace con el propósito de ayudar a ese animal. Personalmente carezco de ese poder y, por ello, nunca como carne. Consumir carne como parte de la dieta es muy distinto a comer carne para liberar a un ser mediante poderes sobrenaturales. Yo sólo soy un practicante normal y corriente que carece de esas cualidades. Así, que si como carne sería igual que si lo haces tú o cualquier otro laico. Estaría cometiendo una falta y acumularía mal karma. No pretendo contar con poderes especiales para así poder comer carne, por lo que me limito a evitarla.

¿Conoce a otros lamas vegetarianos?
Rinpoché: Conozco a muchos del Tibet. En el Tibet hay vegetarianos Ñingmapa, Kagyupa, Sakyapa y Gelukpa. Pero comparados con los numerosos lamas que consumen carne, los vegetarianos son pocos. Tengo 88 años y a lo largo de ese tiempo he conocido a muchos lamas en el Kham, en Amdo ­en todo el Tibet­ que no comen carne. Hay lamas que comen carne y hay lamas que no. En mi monasterio en el Tibet también hay unos que comen y otros que no.

En los Estados Unidos hay muchos practicantes buddhistas  que comen carne  porque sus lamas tibetanos así lo hacen. ¿Qué le parece?
Rinpoché: Muchos grandes siddhas de la India consumían enormes cantidades de alcohol y desarrollaban poderes mágicos. Uno de esos mahasiddhas, Virupa, bebía alcohol durante todo el día y suspendía el sol en el cielo, evitando que se pusiera. Este gran maestro Virupa se hallaba bebiendo una noche en una taberna, cuando el tabernero le dijo que podía beber todo lo que quisiera gratis hasta el ocaso. Como no tenía más dinero encima, clavó el purba
(daga ritual) en el suelo en la confluencia entre sombra y luz, haciendo que se detuviesen e impidiendo que el sol se pusiese. Naropa y Tilopa fueron grandes maestros. Si adquieres poderes sobrenaturales, no necesitas seguir las reglas de la gente normal, puedes beber alcohol   y   comer   carne.   Quienes  disponen   de   poderes   sobrenaturales   pueden   seguir ofreciendo grandes enseñanzas y beneficiar a todos los seres sensibles. Todo depende del grado de realización que se ha alcanzado. Un lama que disfruta con la carne y el alcohol puede   llevar   a   la   gente   por   el   camino   correcto,   siempre   y  cuando   desarrolle   poderes sobrenaturales.

¿Le parece que el buddhismo tibetano en el exilio realice sinceros esfuerzos por  reducir su consumo de carne y hacerse vegetariano o el comer carne es algo muy arraigado  en la cultura tibetana?
Rinpoché:  En el Tibet sólo hay carne y tsampa (gofio, harina tostada de cebada), no hay otro   alimento   básico.   El   Tibet   está   a   gran   altura   y   el   clima   es   túndrico.   No   hay   mucha verdura ni fruta. Una vez que llegas a Surasia no es necesario seguir la costumbre tibetana de   la   carne   y   el  tsampa.   Aquí   hay   muchas   clases   de   frutas   y   verduras,   suplementos alimenticios,… Todo tipo de cosas. Hay de todo. Así que en realidad no hay por qué utilizar las costumbres tibetanas como excusa para consumir carne. Por mi propia experiencia sé que abstenerse de comer carne cuenta con muchas ventajas. Tengo 88 años y desde que dejé de comer carne he dejado de padecer enfermedades graves. Cuando duermo, duermo bien.  Cuando  me  levanto  puedo  empezar   a  caminar  inmediatamente.  Cuando  leo  textos religiosos puedo comprenderlos con prontitud. Tengo muy buen oído y puedo escuchar con atención. Esos son los beneficios que he experimentado al dejar la carne. No me he muerto ni me he puesto enfermo por dejar de comer carne; no he apreciado ninguna consecuencia negativa. Puedo viajar en automóvil, avión o tren sin marearme ni sentir náuseas, y nunca
me ha dolido la cabeza. Soy un ser humano, de carne y hueso, como todos los demás, y soy la prueba de que dejar la carne no te enferma, como parecen creer muchos tibetanos. A partir de mi propia experiencia  puedo decirte que desde  que dejé la carne sólo me han sucedido cosas buenas.

Muchos tibetanos citan el fragmento de un sutra que dice que si uno no escucha, ve o sospecha que la carne se ha obtenido especialmente para él, entonces es aceptable  consumirla. ¿Qué tiene que decir al respecto? Rinpoché: Si no se ve matar al animal, entonces es como robar algo sin que te cojan. De la misma   manera,   robar   así   también   sería   aceptable.   Puedes   decir   algo   sucio   sin   que   te oigan… Como si necesitases una prueba para juzgar si se trata de un error o no. Lo que dicen no es correcto. No es posible matar, robar y realizar otras acciones negativas con impunidad.   Aunque   otra   gente   no   te   vea   cometerlas,   las   Deidades,   los   Buddhas   y   los Bodhisattvas te ven hacerlas. Hay un dicho tibetano que afirma que aunque a uno no le pillen cometiendo un error, los dioses le están viendo todo el tiempo. Es imposible hacer algo sin ser visto… las Deidades te están observando siempre. Ven y comprenden lo que haces…   Saben   que   has   ayudado   a   matar   al   animal   al   comprar   la   carne.   Esa   es   mi respuesta.

Algunos monjes me han dicho que como al cultivar arroz  y otras verduras se  matan insectos, no hay ninguna diferencia entre comer esos productos y comer carne. ¿Qué  tiene que decir al respecto?
Rinpoché:  Eso   vendría   a   decir   que   no   puedes   comer   nada   y   que   deberías   morirte   de hambre. Si dices que vas a estar un mes sin matar insectos por la comida que consumes, entonces morirás. Si te mueres echas a perder esta preciosa vida humana que tienes. Así que si dejas destruir tu cuerpo significa que estarás quitándote tu propia vida, que sería también matar. Siempre puedes quitar el insecto del arroz cuando lo veas y soltarlo fuera.
No es obligatorio que tengas que matar seres para poder comer. Aunque cuando andamos aplastamos a muchos insectos bajo los pies, no les estamos viendo ni observándolos, pero no   obstante   los   estamos   matando.   No   ser   consciente   no   significa   no   cometer   un   error,
porque después de todo, causa y efecto siempre están ahí.

Tras la entrevista, Rinpoché me dijo: «Hoy has venido a hacerme unas preguntas y yo te las he   contestado.   Eso   ha   estado   muy   bien.   Estoy   muy   contento.   ¿Has   grabado   mi conversación? Así que podrás contársela a otras gentes. Ahora estamos en la gruta de Guru Padmasambhava. En este lugar intercambiamos preguntas y respuestas. Será estupendo que   otras   personas   puedan   escucharlas.   Cuando   hagas   tu   libro   pon   mi   entrevista   al
principio. Gracias».


El monasterio de Rinpoché en Yangleshod cuenta con dos avisos relativos al consumo de carne. El primero está en tibetano, nepalí e inglés, y es una de las primeras cosas que se ven   al   llegar   al   monasterio.   De   cuatro   metros   cuadrados   de   tamaño,   dice:   «EN   ESTE MONASTERIO   BUDISTA   ESTÁ   ESTRICTAMENTE   PROHIBIDO   EL   CONSUMO   DE CARNE,   BEBIDAS   ALCOHÓLICAS   Y   TABACO,   ASÍ   COMO   LOS   NAIPES   Y   OTROS JUEGOS DE APUESTAS».

Texto extraído del libro: “Acción Compasiva” de la editorial Kairos. Traducido por Geshe Thupten Phelgye y Aaron Gross, y revisado por Zach Larson.

...se las mete dentro de estrechos establos de hierro, sin que puedan darse vuelta

La vida en la bucólica imagen de la granja hace mucho que dejó de ser tan hermosa.
AnimaNaturalis

Las escenas de pastizales verdes y parques idílicos representadas en los libros para niños están siendo rápidamente reemplazadas por establos de metal sin ventanas, jaulas de alambre, “establos de hierro”, y otros sistemas integrales de encierro, lo que hoy se conoce como “granjas industriales”.

Privación y enfermedad

Visto de manera sencilla, el sistema de granja industrial de agricultura moderna apunta a producir la mayor cantidad de carne, leche y huevos, de la forma más rápida y barata posible, y en la menor cantidad de espacio posible. Las vacas, terneros, cerdos, gallinas, pavos, patos, gansos, conejos y otros animales son puestos en pequeñas jaulas o compartimentos muchas veces sin posibilidad de darse vuelta. Se los priva del ejercicio para que todas las energías del cuerpo conduzcan a producir carne, huevos o leche para el consumo humano. Se los alimenta con hormonas de crecimiento para engordarlos más rápidamente y se los altera genéticamente para que crezcan más grandes o para que produzcan más leche o huevos que lo que la naturaleza originalmente propone.

Dado que el amontonamiento es una de los principales causantes de enfermedades, los animales en las granjas industriales son alimentados y rociados con grandes cantidades de pesticidas y antibióticos que permanecen en sus cuerpos y que se transmiten a la gente que luego se alimenta de ellos, lo que causa serios peligros en la salud de los seres humanos.

Las gallinas se dividen en dos grupos: las gallinas ponedoras y pollos de engorde. Se coloca de cinco a seis gallinas ponedoras en una jaula de tela metálica de 35 cms y las jaulas son a menudo apiladas en varios niveles. Cintas transportadoras llevan la comida y el agua, y además retiran los huevos y el excremento. Dado que las gallinas se encuentran en un lugar superpoblado, se las mantiene casi en la oscuridad y se les corta el pico con cuchillas candentes (sin anestesia) para evitar que se picoteen entre ellas hasta morir. La tela metálica de las jaulas las despluma, les irrita la piel y las deja lisiadas.

Aproximadamente el 20 por ciento de las gallinas criadas bajo esas condiciones muere a causa del estrés o enfermedades. (1) Cuando tienen entre uno y dos años de edad, sus cuerpos exhaustos disminuyen la producción de huevos y se las sacrifica (las gallinas podrían vivir normalmente entre 15 y 20 años). (2) Noventa por ciento de todos los huevos vendidos comercialmente provienen de gallinas criadas en granjas industriales. (3)

Cada año se crían más de seis mil millones de “pollos de engorde” en establos.(4) Se manipula la iluminación para mantener a las aves comiendo la mayor cantidad de tiempo posible y luego de apenas nueve semanas se las sacrifica. A pesar del gran uso de pesticidas y antibióticos, el 60 por ciento de las gallinas que se venden en el supermercado están infectadas con la bacteria de salmonela viva. (5)

La selección genética para cubrir la demanda y reducir costos de producción causa dolores extremos en las extremidades y problemas óseos, haciendo que cada movimiento sea dificultoso. Una investigación encubierta realizada por PETA en 1994 dentro de la industria de los “pollos de engorde” también reveló que las aves sufren de deshidratación, enfermedades respiratorias, infecciones bacteriales, ataques cardíacos, piernas lisiadas y otras serias dolencias.

El ganado criado para carne nace generalmente en un estado, se lo engorda en otro y se lo sacrifica en otro. Se lo alimenta con una dieta antinatural de granos pesados y otros “rellenos” (incluyendo aserrín) hasta que alcanzan las 450 kgs. Se los castra, se les quita los cuernos y se los marca sin anestesia. Cuando los transportan los amontonan dentro de camiones de metal donde tienen miedo, sufren lesiones, soportan temperaturas extremas y padecen la falta de comida, agua y ayuda veterinaria.

Los animales que más sufren el cruel encierro y las privaciones en las granjas industriales son los novillos, cría macho de las vacas lecheras, criados para el consumo de carne de ternero. Luego de que se los separa de sus madres tan sólo algunos días luego de su nacimiento, se los encadena en establos de sólo 55 cms de ancho con pisos de listones que les causa severos dolores en las patas y en las articulaciones. Dado que la leche de su madre es utilizada para el consumo humano, se los alimenta con un sustituto de la leche que contiene hormonas, pero carece de hierro. Esto les produce una anemia que mantiene su carne tierna y de un color pálido pero los deja muy débiles. Cuando se los sacrifica con tan sólo 16 semanas de vida, por lo general ya están muy enfermos o lisiados para caminar. Uno de cada 10 terneros muere en reclusión. (6)

El 90 por ciento de todos los cerdos son recluidos en algún momento de sus vidas, y el 70 por ciento son mantenidos en reclusión permanentemente. (7). A las cerdas se las mantiene preñadas o amamantando continuamente, y se las mete dentro de estrechos establos de hierro, sin que puedan darse vuelta. Si bien los cerdos son animales tranquilos y sociales por naturaleza, recurren al canibalismo y muerden las colas de los otros cerdos cuando los meten en corrales repletos, además desarrollan conductas neuróticas cuando los aíslan y encierran. Los productores de cerdos pierden 187 millones de dólares por año debido a la disentería, cólera, triquinosis y otras enfermedades promovidas por las granjas industriales. (8) Aproximadamente el 30 por ciento de todos los productos que derivan del cerdo están contaminados con toxoplasmosis. (9)

Leyes y estilos de vida

La granja industrial es un método extremadamente cruel para criar animales, pero su rentabilidad la hace popular. Una manera de detener el abuso de las granjas industriales es apoyar aquellas leyes que prohíban las jaulas en batería, jaulas de terneros y los sistemas intensivos de encierro. Pero la mejor manera de salvar a los animales de la miseria de las granjas industriales, es dejar de comprar y comer carne, leche y huevos. El vegetarianismo y el veganismo (dieta estrictamente vegetariana) significan comer por la vida: la suya y la de ellos.

Referencias

1. “Factory Farming”, United Animal Defenders, Inc. página 3

2. Mason, Jim and Peter Singer, Animal Factories, página 5.

3. Poultry Digest, July 1978, página 363.

4. Animal Factories, op.cit., páginas 6-8.

5. Burros, Marian, “Clinton Plan Would Move Meat and Poultry Inspections to F.D.A.”, The New York Times, septiembre 13, 1993.

6. “Factory Farming”, página 2.

7. Animal Factories, op.cit., página 8.

8. Ibid, página 76.

9. Dubey, J.P., “Toxoplasmosis”, Journal of the American Veterinary Medical Association, Vol. 189, No. 2, 1986, página 168.